Hoy Santiago el Mayor, su catedral y la ciudad forman una unidad. Son como un gran triángulo cuya existencia sería impensable si faltara cualquiera de sus lados: apóstol, catedral o ciudad. Y como tal unidad actúa a modo de polo de un gran imán, que desde sus comienzos atrae a gentes de todo el mundo sin distinción de raza, color, edad, nivel cultural, condición social, e incluso religión, que siguen el Camino de Santiago y acuden al noroeste de Galicia para recorrer la ciudad, visitar la catedral y rendir su personal homenaje al Apóstol, convirtiendo a Santiago de Compostela en uno de los más importantes centros de peregrinación cristiana, tras Jerusalén y Roma.